« Le vote sanction demandé par M. Hollande »

« Le vote utile »

Elecciones Europeas

La derecha francesa llama al "voto útil" para evitar una

nueva derrota del Gobierno

El líder socialista Hollande pide "un castigo justo,

legítimo y necesario" al Ejecutivo de Chirac

JOAQUÍN PRIETO - París

EL PAÍS | Internacional - 12-06-2004

Como casi todos los Gobiernos europeos, el de Francia también

sufrirá mañana un voto de castigo, si se cumplen los

pronósticos. Dominique de Villepin, Nicolas Sarkozy y otras

figuras de la derecha han brillado por su ausencia en la

campaña europea, esperando salir intactos a efectos de la

política interna. Están en juego el liderazgo de la Unión por

un Movimiento Popular (UMP) y quizá el cargo de primer

ministro, cuyo titular, Jean-Pierre Raffarin, llama al voto

útil para no verse guillotinado de nuevo. Hace apenas tres

meses la derecha francesa perdió de forma abrumadora las

elecciones regionales.

En Francia está en juego todo, menos Europa. El contraste

resulta apabullante. De las playas de Normandía a las

reuniones del G 8, el presidente, Jacques Chirac, ha vivido

jornadas de auténtico protagonismo exterior, mientras el

sindicato CGT multiplicaba los sabotajes en la red eléctrica

del país que, sólo el lunes pasado, provocaron la paralización

de 250 trenes y afectaron a 500.000 viajeros. Ante hechos

semejantes, reivindicados tranquilamente por sus autores, el

Gobierno se ha limitado a lamentarlos, sin duda por miedo a

desencadenar una reacción preelectoral.

Los 41 millones de votantes están invitados a escoger 78

eurodiputados entre 169 candidaturas. Son nueve diputados

menos que en la Cámara precedente, donde la representación

francesa ya estaba fragmentada en grupos diversos. Esa

dispersión constituye el único argumento europeísta de Chirac

y del primer ministro, cuyo mensaje a los electores consiste

en que mandar a Estrasburgo una representación nacional tan

dividida hará que no se le escuche en una Cámara de 25 países.

Además de apelar al patriotismo, Raffarin pide la

concentración de los votos de la derecha en las candidaturas

de la UMP, el partido que le sostiene en el poder, y ofrece un

argumento a escala europea: en Estrasburgo también hay

mayorías, como en cualquier otra Cámara, y sería lastimoso que

la derecha europea perdiera la que ya tiene a causa de las

disputas franco-francesas. Lo que se pretende realmente con

estos llamamientos es reducir las consecuencias políticas

nacionales de un desastre en las urnas.

Las encuestas asignan a la UMP el 18% de los votos, un

resultado mejor que el obtenido en 1999, cuando la lista

conducida por Sarkozy no alcanzó el 13%; pero lejos de la

brillante mayoría absoluta conseguida en 2002 en el Parlamento

nacional. El partido centrista Unión por la Democracia

Francesa (UDF), de François Bayrou, sueña con rebasar ahora el

10% y un conjunto de movimientos antieuropeos muerde otro 10%,

entre las listas del soberanista Phillippe de Villiers, el

Partido de los Cazadores (opuesto a las reglamentaciones

europeas) y veteranos como el ex ministro Charles Pasqua,

siempre en busca de la eterna oportunidad. Sin olvidar a la

ultraderecha de Jean-Marie Le Pen, también en torno al 10%.

La división es enorme incluso en el seno de la UMP, donde la

minoría liberal está organizándose contra los neogaullistas.

Por eso el dirigente liberal Alain Madelin ha pedido el voto

para Philippe Morillon, candidato de un partido distinto al

suyo (la UDF), a costa de denunciar que su propia candidata,

Roselyne Bachelot, había apoyado a Sadam Husein.

Tampoco la izquierda ha conducido una campaña de ambición

europea, con la destacada excepción de Los Verdes, influidos

por el franco-alemán Daniel Cohn-Bendit, que apoya

decididamente el proyecto de Constitución de la UE. Toda la

izquierda ataca sin piedad al Gobierno por sus "planes

antisociales", esperando servir así de vehículo al voto de

castigo de los afectados por las reformas en marcha, entre

ellas el recorte de prestaciones del seguro de enfermedad o el

proyecto de privatización del gigante eléctrico EdF, motivo de

los sabotajes sindicales citados.

El líder socialista, François Hollande, pide "una sanción

justa, legítima, necesaria" al Gobierno y sugiere la dimisión

de Raffarin en caso de que así sea. "Sin cuestionar en nada la

legitimidad del presidente de la República ni de la mayoría

surgida de las elecciones de 2002", esa victoria "privará de

credibilidad y de capacidad de actuar al equipo de Gobierno

saliente", según Hollande.

Entre sus filas, el portavoz parlamentario socialista,

Jean-Marc Ayrault, ha dicho una gran verdad: Francia es "la

gran muda de Europa", y los franceses se sienten cada vez más

inquietos respecto a la Unión Europea. "El proyecto de

Constitución [de la UE] es un verdadero avance", se atrevió a

defender ante sus correligionarios, muchos de los cuales

critican la Constitución porque les parece que cristaliza la

Europa liberal.