« Prise de décisions en marge des régions »

Elecciones Europeas

REPORTAJE

La toma de decisiones en la UE, al margen de las

regiones

Mientras el ministro austriaco vota sobre la pesca sin

tener mar, al consejero de la Junta de Andalucía se le

deja sin voz

GABRIELA CAÑAS - Bruselas

EL PAÍS | España - 08-06-2004

El ministro valón de Agricultura, José Happart, participó el

año pasado en las negociaciones de la histórica reforma de la

Política Agrícola Común. También formaron parte de los equipos

negociadores los ministros del ramo de Flandes, Ludo Sannen, y

de Escocia, Ross Rinnie. No son dos ejemplos. Son los

extraordinarios casos existentes de participación de las

regiones en la toma de decisiones de la institución más

poderosa de la Unión Europea: el Consejo de Ministros. Es la

paradoja de una UE en la que el ministro austriaco vota sobre

la pesca sin tener mar mientras al consejero de turno de la

Junta de Andalucía se le deja sin voz.

La UE se construyó y se sigue edificando en base a los Estados

y, en ese camino, las regiones participan sólo de forma

indirecta en la toma de decisiones: a través de sus

representantes en el Parlamento Europeo a la hora de votar y

explicitando sus variadísimas y poco escuchadas demandas a

través del Comité de las Regiones, donde también están

representados los ayuntamientos. Así que sólo podrán

participar en las decisiones de los Consejos de Ministros si

sus respectivos Gobiernos centrales les dan voz y voto, lo que

no siempre requiere su presencia física en las negociaciones

como suelen hacer Bélgica, Reino Unido y Alemania.

Cada país es dueño y señor de cómo organiza sus equipos

negociadores. Bélgica es el más abierto a las regiones. De

hecho, en plena presidencia belga, fue un ministro regional,

el presidente de la región Bruselas-capital, el que llegó a

presidir Consejos de Ministros, un sistema tan descentralizado

que algunos países criticaron por considerar que en ocasiones

se puede ignorar cuál es el interlocutor válido para negociar.

El Reino Unido sólo invita a un político regional cuando se

trata un asunto que atañe de forma especial a la zona

correspondiente y siempre preside la delegación y, por tanto,

lleva la voz cantante el ministro del Gobierno de Londres. Lo

mismo ocurre con Alemania, que en ocasiones recurre al

asesoramiento de un responsable de un land determinado para

negociar en Bruselas.

Todas las fórmulas son posibles, si bien son criticadas por la

complejidad que añaden a los sistemas ya de por sí complicados

de la UE (25 países que suman casi 250 regiones). En

ocasiones, el buen conocimiento mutuo, incluso los lazos

amistosos entre ministros facilitan los acuerdos. Pero el

escaso papel de las regiones, destinatarias por otra parte de

los fondos estructurales, en las decisiones europeas es aún

más clamoroso tras la última ampliación, que ha incorporado al

club a una gran cantidad de países de dimensiones

extraordinariamente reducidas. De los 25 socios actuales, casi

la mitad (12) tienen menos de 11 millones de habitantes, de

los cuales cinco no llegan ni siquiera a los cuatro millones.

Muchas regiones españolas y, sobre todo, muchos länder

alemanes les superan con creces.

"Con esta ampliación se ha introducido un elemento peligroso",

dice una fuente diplomática. "Porque Checoslovaquia gana más

dentro de la UE siendo dos países (República Checa y

Eslovaquia) que uno solo: tiene dos comisarios, más votos

juntos en el consejo que Holanda, que tiene el mismo número de

habitantes, y más eurodiputados. Con esta ampliación es más

lógico que muchas regiones se planteen que acudiendo

independientemente tendrán más poder".