« Sanctionner Raffarin »

MUNDO

ELECCIONES EUROPEAS / LA CAMPAÑA EN FRANCIA

Jospin 'resucita' con la mente puesta en acabar con Raffarin

El ex líder socialista, que se retiró tras la derrota en las

presidenciales de 2002, reaparece con fuerzas renovadas

ASUNCION SERENA. Especial para EL MUNDO

PARIS.- Las elecciones europeas del 13 de junio están pasando con

más pena que gloria en la franco-francesa Francia.

A los políticos franceses les resulta difícil atraer la atención de

los ciudadanos, sobre todo a la hora de diferenciar el interés que

tiene votar izquierda o derecha cuando se trata de defender los

intereses franceses a nivel europeo.

Sin embargo un personaje ha venido a romper la monotonía de esta

campaña: Lionel Jospin.

El antiguo primer ministro, que abandonó la escena política después

del varapalo sufrido en las elecciones presidenciales de 2002 al

quedar eliminado en la primera vuelta en favor del líder de la

extrema derecha, Jean-Marie Le Pen, anunció su retirada la misma

noche de la derrota, ante el asombro de todos.

Hasta ahora, Jospin había asumido un discreto plano de militante de

base, dejando espacio al resto de pesos pesados del Partido

Socialista (Dominique Straus-Khan, Martine Aubry o Laurent Fabius),

incluido su secretario general, François Hollande. Pero ese periodo

de gracia ha llegado a su fin ante la sorpresa de todos.

Ya hace dos semanas, el antiguo primer ministro se decidió a coger

la pluma para escribir en el Journal de Dimanche su oposición al

matrimonio entre homosexuales. Fue el líder de los Verdes, Noël

Mamère, quien despertó recientemente el debate sobre este tema, al

anunciar que casará en su Ayuntamiento a dos hombres.Los pesos

pesados de la izquierda se habían pronunciado mostrándose a favor y

Jospin se desmarca mostrando su rechazo.

El viernes, por primera vez en dos años Jospin tomó la palabra en un

mitin de partido. El objetivo que tiene ahora en mente el ex líder

socialista es el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, que, según

él «no ha aprendido la lección» de la derrota en los últimos

comicios regionales cuando los socialistas cosecharon una victoria

impactante.

Jospin acusa a Raffarin de dejarse manejar por el titular de

Economía, Nicolás Sarkozy, porque «está siempre ahí pero no tiene

fuerza política, hasta el punto de desnaturalizar su función» de

jefe del Gobierno.

Jospin no ahorró críticas frente a Sarkozy de quien dijo que es el

«último ejemplo de incoherencia» porque en tanto que ministro de

Economía se niega a dar al ministro del Interior el dinero necesario

para financiar las medidas que él mismo había creado cuando ocupaba

este puesto.

En definitiva, poco de Europa y mucho de política interior, como si

el antiguo candidato a las elecciones presidenciales de 2002 tuviera

en mente los comicios del año 2007, a pesar de que, aunque es un

dirigente escuchado entre las filas socialistas, su imagen supone

una rémora para aglutinar y movilizar a la hora de atraer al

electorado menos fiel a los principios socialistas.

Y es que la presencia de Jospin no es la única piedra en el zapato

del socialismo galo. El pasado 21 de marzo, lograron un triunfo

redondo en las elecciones regionales acaparando la práctica

totalidad de los gobiernos regionales, pero los problemas para ganar

y consolidar el electorado siguen presentes.

Por un lado, la abstención sigue siendo alta. Por otra parte, si es

cierto que arrasaron el 21 de marzo, también lo es que en la primera

vuelta de esta elecciones obtuvieron el 45% de los votos, mientras

que el 49% fueron para la derecha, de ahí la preocupación por la

falta de una segunda vuelta en las elecciones europeas que permita

en el intervalo alcanzar pactos con otras formaciones afines.

Sin segunda vuelta

Bien lo recordó el viernes Lionel Jospin haciendo hincapié en la

necesidad de movilizarse para ir a votar: «No faltéis en la primera

vuelta. No lo olvidéis (...) el resultado no será tan evidente como

en las regionales».

Además, el nivel de aceptación de la extrema derecha sigue siendo

muy elevado, y sobre todo entre quienes teóricamente son electores

potenciales del socialismo, el sector de los obreros.

Si un 38% vota a la izquierda, uno de cada tres trabajadores pone

todas sus esperanzas en el mensaje de Jean-Marie Le Pen, y muchos

otros se abstienen, quizás porque no se identifican con el

socialismo que tiene un electorado cada vez más burgués,

principalmente entre aquellos que tienen un cargo en el sector

público, y muy extendido también en el privado.