« Motivations difficiles à saisir en République Tchèque »

MUNDO

ELECCIONES EUROPEAS / LOS NUEVOS SOCIOS ACUDEN A LAS URNAS

A la caza del complicado voto de la República Checa

El 'número dos' de los socialdemócratas ha recorrido 10.000

kilómetros en los dos meses de campaña para las elecciones europeas

SILVIA ROMAN. Enviada especial

BOHEMIA OCCIDENTAL (REPUBLICA CHECA).- Música country, bolígrafos y

pins dorados con la rosa socialista y las estrellas europeas.Estos

han sido los principales reclamos del Partido Socialdemócrata checo

(CSSD) para captar la atención de los desinteresados votantes que

hoy acuden a las urnas en todo el país. Y la gran sonrisa, eso sí,

de Richard Falbr, el número dos del CSSD a las elecciones europeas.

Falbr tiene 63 años, el aspecto de un apuesto actor de películas del

Oeste y una disposición absoluta a escuchar y hablar con todo aquel

que se le acerque. «Me daría incluso igual que, al final, los

resultados no fueran buenos. Lo importante es la experiencia de

estos días y las miles de personas con las que he charlado», asegura

con acento del Caribe este político y ex sindicalista, hijo de una

valenciana y un brigadista checo, que pasó su infancia en tierras

cubanas y venezolanas.

Como número dos, Falbr tiene el billete a Estrasburgo asegurado.Su

partido, a pesar de liderar el Ejecutivo checo de la mano del primer

ministro Vladimir Spidla, va el tercero en las encuestas, y desea

conquistar entre cuatro y seis escaños.

En primer lugar, según los sondeos, se sitúan con el 29% de los

votos los liberales del Partido Cívico Democrático, comandados

anteriormente por el actual presidente checo, Vaclav Klaus, «el

mayor euroescéptico del país», según Falbr.

Pero para euroescépticos los comunistas, en segunda posición en la

carrera al Parlamento Europeo a pesar de que ellos mismos instaron a

votar 'no' en el referéndum de ingreso en la Unión Europea.

«Los jóvenes no tienen hijos porque es muy caro y

arriesgado.¡Metería ahora mismo en el cementerio a Klaus y Spidla!»,

grita un simpatizante socialdemócrata a Falbr en la plaza de la

República de Pilzen, en plena Bohemia checa. Son pocos los que se

acercan (aunque sea para gritar) a las dos furgonetas que forman la

modesta caravana política.

«La gente está indignada. Los que robaron en otras épocas no han

sido llevados ante la Justicia y el paro [10%] es un problema nuevo

al que no se acostumbran», explica Falbr, quien reconoce que su

corazón sigue siendo más de sindicalista que de político (pues para

eso fue durante años presidente de los Sindicatos Checoslovacos).

El desencanto de la población se percibe claramente en el porcentaje

que, según las encuestas, acuden ayer y hoy a las urnas: un 20%, lo

que convertirá a la República Checa en el país con la participación

más baja de estas elecciones europeas. Y es que demasiados checos

añoran el comunismo.

Los folletos y caramelos repartidos por Falbr y su equipo de seis

personas son recogidos en cuestión de escasos minutos e introducidos

en las furgonetas azules y amarillas, tras haber devorado con

rapidez un exquisito gulash.

Pilzen queda atrás y el nuevo destino es Cheb, junto a la frontera

alemana, donde el desinterés es tan grande que no tardan más de 30

minutos en poner rumbo a Sokolov (más animado gracias a un grupo de

majorettes) y, poco después, a la bella ciudad balneario de Karlovy

Vary. Entre los baños termales donde las familias de los zares

curaban sus dolencias, Falbr continúa inagotable con su discurso en

defensa de una Europa social y dando la mano a todos los ciudadanos

que pueda.

Europa, ante todo, para la gente, reza el lema de la campaña

socialdemócrata. Por la paz y la seguridad, dice el segundo eslogan,

que, sin embargo, no tiene relación alguna con la Guerra de

Irak.«Aquí no es un asunto que importe demasiado», aclara Libor

Roucek, número uno en las listas europeas del CSSD, que se ha

acercado un rato a echar una mano a Falbr.

«El tema de Irak ha sido en la República Checa como el cuento de La

montañesa lista», precisa Falbr. «Cuentan que el Rey dijo a la

montañesa que se casaría con ella si aparecía ante él ni vestida ni

desnuda. Y la montañesa se presentó con una red sobre su cuerpo»,

relata con una carcajada final Falbr.

Son las ocho de la tarde y la minicaravana europea recorre las zonas

mineras del norte, prósperas en tiempos pasados y golpeadas ahora

por un desempleo elevado. Un motel de carretera cercano a Usti nad

Labem es la recompensa en forma de descanso tras 200 kilómetros y 11

horas de trabajo. Usti será la próxima pica a poner al día

siguiente. Pero todo compensa cada vez que se piensa en Bruselas.

«Allí, la atmósfera de trabajo es simpática. No como la agresiva de

aquí», comenta Falbr. «A la UE le va a caer una buena con los nuevos

países miembros», ríe. «Estoy deseando ver qué cara ponen los

antiguos parlamentarios cuando algunos políticos del Este lleguen

pegando un puñetazo en la mesa y, sin estar dispuestos a dialogar,

digan: 'Queremos esto'».