« Ne pas être gouverné par des espagnols »

MUNDO

ELECCIONES EUROPEAS / LA CAMPAÑA BRITANICA

«Adoro a los españoles, pero no quiero que me gobiernen»

Robert Kilroy-Silk, ex estrella de la BBC con fama de racista,

quiere ganar para sacar al Reino Unido de Europa

ANA ROMERO. Enviada especial

NORTHAMPTON.- Llega Robert Kilroy-Silk al aparcamiento principal de

este pueblo como un Camilo José Cela de la vida viajando por la

Alcarria: Jaguar negro tapizado en piel blanca, chófer igualmente

negro y su mujer, la rubia Janet, de copiloto. El, mientras tanto,

detrás, dulcemente reclinado sobre unos cojines tapizados en piel

(falsa) de leopardo. «¿Racista yo?», se pregunta señalando a Rodney,

el conductor. «¿Cree usted que lo aguantaría si fuera racista?».

Cinco años cuenta Rodney que lleva trabajando para Robert

Kilroy-Silk, 61 años, el periodista estrella que fue despedido de la

BBC por decir eso de que los árabes son «terroristas suicidas,

amputadores de miembros y opresores de mujeres». Habla Rodney

mientras correteamos detrás de su jefe, que después del despido se

ha metido de nuevo a político y se presenta como candidato a las

elecciones europeas por el UKIP, el Partido de la Independencia del

Reino Unido.El UKIP, que aboga por la salida de la Unión Europea,

tiene ya tres diputados. Estas elecciones pueden llegar a desbancar

a los liberaldemócratas y a convertirse en el tercer partido más

votado del país.

- ¿Va en serio esto de salir de Europa, señor Kilroy-Silk?

- Por completo. Esto no es un juego. Nosotros nos hemos gobernado

solos durante más de 1.000 años. Bueno, a nosotros y a gran parte

del mundo, y no hemos tenido problema alguno. Además, nosotros nunca

nos hemos sentido parte de Europa. Yo tengo casa en España.Me

encanta Europa, es un privilegio poder moverse libremente de un país

a otro, comerciar, pero no quiero que me gobiernen.Adoro a los

españoles, pero no quiero que me gobiernen. Quiero ser gobernado por

mi propia gente.

Esta idea de amor por Europa y odio hacia las instituciones europeas

la desarrolla Kilroy-Silk dirigiendo abundantes piropos hacia los

españoles: «Mi mujer y yo tenemos muchos amigos en España.Los

admiramos por el énfasis que ponen en la vida de familia, por lo

mucho que trabajan, por su solidaridad. Nos sentimos muy en casa en

España». También, añade, tiene algo en común con nosotros: «Ustedes

son como yo; nos gusta tocar, besar a la gente». Eso es lo que ha

hecho Kilroy-Silk durante esta tarde de gris primavera inglesa en

Willingborough, un pueblo de East Midlands, donde él se presenta

como cabeza de lista.

Estrechar manos, dar abrazos, hacerse fotos, muchas fotos, y, como

él dice, «conectar con la gente». Catorce años como parlamentario

laborista, 18 años en un programa tipo Sabor a ti, el bronceado que

adquiere en su casa de Málaga y los ojos azules causan furor entre

la clase baja blanca, que lo adora. ¿Por qué va a votar por él

Laura, la mamá de Jessica, esta chica obesa que está aquí en la

plaza del pueblo, con sus tatuajes y su incomprensible inglés?

«Porque lo veo en la tele». También hay musulmanes en

Willingborough, y en cuanto Kilroy-Silk detecta una chilaba sale

disparado a abrazarse.

- De usted se tiene la percepción de que es una persona racista.

- ¿Yo racista? Eso no es verdad. Tenía que haber visto usted en

Northampton a ese hombre árabe que vino a abrazarme mientras me

decía: «Yo soy musulmán. Lo que este hombre dijo es verdad.Yo lo

apoyo. Tiene razón. Habló en defensa de las mujeres árabes».Yo no lo

conocía de nada. Lo mismo me ocurrió en Leeds. Ese segundo musulmán

me dijo: «Lo que están diciendo sobre usted es terrible.Usted es un

hombre bueno». Yo no soy racista.

- De manera que lo que usted ataca es el extremismo árabe.

- Exacto. Y defiendo a las mujeres. ¿Es racista decir que está mal

tratar a las mujeres como ciudadanos de segunda clase? Que está mal

reprimirlas, ocultarlas en casa, no dejarlas que se eduquen, no

dejarlas trabajar, y en algunos casos mutilarlas genitalmente,

obligarlas a llevar el rostro tapado, caminar detrás del hombre,

prohibirles conducir un coche o ir al médico. ¿Está mal denunciar

todo esto? Todo lo que he dicho son datos, no me estoy inventando

nada.

Kilroy-Silk niega también las acusaciones de ser de extrema

derecha.¿Irak? «Usted sabe que aquí se ha dicho que los españoles

son unos cobardes porque votaron a favor del terrorismo. Yo escribí

que no, que millones de españoles salieron a la calle desafiando al

terrorismo. Yo creo que el voto no lo decidió el terrorismo.Creo que

los españoles votaron como votaron porque se sintieron engañados.

Sintieron que el Gobierno no les dijo la verdad acusando a ETA en

vez de Al Qaeda y por eso los echaron».

Y concluye: «Yo apoyé la guerra porque me creí que tenían armas de

destrucción masiva». Pensé: «Se acabó. Tenemos que terminar con

esto. Ahora siento que me han engañado. Me mintieron con Europa, y

ahora me han mentido con Irak. Es la misma sensación que tuvieron

los españoles, y que aquí en Inglaterra también existe. ¿Por qué

fiarnos de un tipo que miente? Cuando dice que la Constitución

Europea es buena para nosotros, ¿hemos de creerle visto lo visto en

Irak?».