« Ne pas perdre de l’influence en Europe »

MUNDO

ELECCIONES EUROPEAS / LA CAMPAÑA EN FRANCIA

Chirac llama a los franceses a votar el 13 de junio para no perder

influencia en Europa

La adhesión de Turquía a la Unión Europea y la convocatoria de un

referéndum para aprobar el texto de la futura Constitución centran

el debate electoral, junto a los temas de política nacional

ASUNCION SERENA. Especial para EL MUNDO

PARIS.- Los franceses podrán elegir entre 168 programas que se

presentan a las elecciones europeas. Desde la Francia de Abajo a la

Alianza Real, desde Europa Sí, Turquía No a Herritarren Zerrenda

pasando por Automovilista Vaca de Leche, Harto, que defiende a los

conductores oprimidos. Ni qué decir tiene que también figuran el

partido en el poder, la UMP (Unión para un Movimiento Popular), los

socialistas del PS, los Verdes, los centristas de la UDF o el Frente

Nacional.

Toda esta variedad llevará consigo una dispersión del voto francés

en el seno del Parlamento Europeo que Jacques Chirac quiere

evitar.Aunque ya lo advirtió el 29 de abril, esta semana ha vuelto a

la carga apelando al patriotismo francés y pidiendo «a todos

nuestros compatriotas que tomen conciencia de la importancia de su

voto y de la necesidad de tener parlamentarios europeos fuertes en

los grandes grupos políticos en los que se toman las decisiones,

para que podamos tener un peso real sobre el Parlamento».

Este es el fin, evitar que los franceses, «en los centros de

decisión importantes, seamos débiles y contemos poco». Lo ideal para

Chirac sería que los votos fueran a parar a los dos grandes partidos

europeos, el PPE (Partido Popular) y el PSE (Partido Socialista).

En cuanto a la campaña, sólo dos temas parecen encontrar eco además

de la política nacional: la entrada de Turquía en la UE y la

organización de un referéndum sobre la futura Constitución.En contra

de lo expresado por el 70% de los franceses, Chirac está convencido

de que Turquía tiene «vocación europea». Aunque es una perspectiva

que no contempla antes de 10 ó 15 años, no descarta aceptar que la

UE abra negociaciones con Ankara a partir de 2005 con vistas a su

adhesión.

Tampoco en su partido quieren estas negociaciones. Alain Juppé,

presidente de la UMP, lo ha dejado claro: «La UMP no desea que se

inicien negociaciones para la adhesión de Turquía», algo que podría

«desnaturalizar completamente» la Unión. De ahí que prefiera hablar

de un «partenariado privilegiado».

Con esta postura no sólo piensan atraer a los euroescépticos de

Charles Pasqua, quien considera que Turquía está en Asia y que sólo

traerá disgustos a la UE, sino también a centristas como el propio

Giscard d'Estaing para quien «salta a la vista que los turcos no son

europeos». Hasta en la izquierda se oye cierto recelo a la entrada

de Turquía, como el demostrado por Laurent Fabius para quien este

país supone 70 millones de habitantes con una pequeña parte de su

territorio en Europa que acabará convirtiéndose en «un vientre

flácido y no avanzará».

Sobre el referéndum para aprobar la Constitución, Chirac ha dejado

planear el suspense, declarando que todavía «es prematuro» para

decidirse por un sistema u otro, y que lo hará «teniendo un

conocimiento seguro de lo que piensa la opinión pública».

Sin embargo, entre las filas de su partido se han apresurado a pedir

un referéndum, para forzar al presidente a contrarrestar el efecto

que tendría entre sus electores las corrientes soberanistas y los

centristas de la UDF que lo reclaman y que podrían, los primeros,

denunciar la falta de interés del proyecto europeo y, los segundos,

exhibir la ausencia de confianza de la UMP en la capacidad de los

ciudadanos.

Otro tema sobre el que Chirac se ha mostrado rotundo es la inclusión

o no de una referencia explícita a los orígenes cristianos de Europa

en la Constitución. Durante la conferencia sobre su visión de la UE,

dijo que era «totalmente favorable al texto como aparece en la

Convención, tal y como ha sido redactado», y fue aun más lejos

indicando que era «totalmente contrario a cambiarlo».

Esta vez ha encontrado réplica entre los suyos. El primer ministro

Jean-Pierre Raffarin, de visita oficial en Dublín, afirmó hace 10

días que «la herencia cristiana» del Viejo Continente es

indiscutible, añadiendo que Francia no es «hostil» a una referencia

a las raíces cristianas en la futura Constitución. Estas

declaraciones le han costado varias llamadas de atención e incluso

ha sido forzado a corregirse posteriormente, diciendo que «no hay

ninguna razón para que este texto varíe».