« Danger pour le gouvernement (Blair) »

INTERNACIONAL

EDICIÓN IMPRESA - Europa

El Reino Unido votó en unas elecciones que calibran el desgaste de

Tony Blair

EMILI J. BLASCO. CORRESPONSAL/LONDRES.

Tony Blair se enfrentaba anoche a un voto de castigo probablemente

mitigado por el también mal resultado previsto para los

conservadores, en las elecciones europeas y municipales celebradas

ayer en el Reino Unido. Los dos grandes partidos habrían sufrido

retrocesos en beneficio de los liberal-demócratas y, especialmente,

del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que con su

exigencia de una salida inmediata de la UE ha protagonizado la

campaña electoral.

A la hora de cerrar esta edición, aún no se habían facilitado los

primeros datos del escrutinio relativos a los comicios locales; los

correspondientes a las europeas no se anunciarán hasta el domingo

por la noche, cuando hayan cerrados sus puertas los colegios

electorales de los demás países de la UE.

Hasta ahora las encuestas han dibujado un escenario no excesivamente

preocupante para Blair, ya que un cierto voto de protesta contra el

Gobierno es habitual en las convocatorias a urnas a mitad de

mandato, y ya los conservadores ganaron las europeas de 1999, sólo

dos años después del arrollador primer triunfo de Blair. Pero el

efecto político de este «súper jueves» (también ayer se votó la

Asamblea de Londres y, por elección directa, al alcalde de la

capital), a un año de las generales, no podrá determinarse del todo

hasta que los datos de las municipales que hoy quedarán computados

se completen el domingo con los de las europeas.

Todo indicaba anoche que la participación se situaba claramente por

encima del 23 por ciento de hace cinco años. El hecho de que esta

vez hayan coincidido las europeas con un buen paquete de elecciones

locales (se renuevan la mayor parte de las autoridades locales de

Inglaterra y Gales, incluido Londres) y de que una cuarta parte del

electorado haya votado por correo ha supuesto un aumento del voto.

Éste podría haber llegado incluso al 40 por ciento en las cuatro

circunscripciones en las que el voto por correo era la única

posibilidad, experiencia puesta en marcha para salvar los

inconvenientes de tener que acudir al colegio electoral y aumentar

así la participación.

Los fallos detectados en el proceso, con papeletas que no llegaron a

todos los domicilios y problemas de Correos por tramitar a tiempo

las remesas han llevado a denuncias de la oposición, que también

advierte que esa modalidad de votación se ha puesto en marcha en

zonas de tradicional militancia laborista.

Tony Blair también votó por correo, ya que a comienzos de semana se

trasladó a EE.UU. para participar en la reunión del G-8. De hecho,

el primer ministro británico apenas se ha implicado en la campaña

electoral, sin ni siquiera aparecer en televisión en los vídeos

electorales laboristas, en un paso atrás probablemente pensado para

evitar la rémora de Irak.

Por el contrario, el líder conservador, Michael Howard, ha tenido

una presencia constante e incluso se trasladó a Gibraltar,

territorio que por primera vez participaba en unas elecciones

europeas. Sin embargo, Howard no parece haber podido contrarrestar

el avance del UKIP.

INTERNACIONAL

EDICIÓN IMPRESA - Europa

Blair afronta con relativa tranquilidad el test electoral del

próximo 10 de junio

Las elecciones europeas se han convertido en una disputa entre el

Partido Conservador y el Partido para la Independencia del Reino

Unido

EMILI J. BLASCO. CORRESPONSAL/

LONDRES. Lo que debía ser un comprometedor test para Tony Blair

sobre el declive de su liderazgo, se ha convertido en una disputa

entre el Partido Conservador y el Partido para la Independencia del

Reino Unido (UKIP en sus siglas inglesas), formación que ha

irrumpido con fuerza en la campaña electoral con un mensaje

antieuropeo sin rodeos.

El próximo jueves día 10, en el Reino Unido se celebran elecciones

europeas y municipales, y en el caso de Londres una tercera votación

elegirá directamente al alcalde de la ciudad. Un Blair en horas

bajas a causa de los continuos problemas en Irak afronta el triple

test con cierta confianza.

Por un lado, los laboristas ya perdieron las elecciones europeas

hace cinco años, con lo que la previsión demoscópica de un nuevo

triunfo conservador no supone un especial peligro para el primer

ministro. Por otro, en Londres Blair ha firmado la paz con el

alcalde, el radical Ken Livingstone, al que ha vuelto a admitir en

el partido después de que hace cuatro años ganara como candidato

independiente. Además, en la votación en las municipales a lo largo

y ancho del país influyen muchas dinámicas locales que acaban

desdibujando un posible voto de castigo contra el Gobierno.

La ocasión para pasar factura al Ejecutivo por el creciente

descontento acerca de la intervención en Irak eran los comicios al

Parlamento Europeo, y aquí Blair ha vuelto a tener suerte. La

campaña de las europeas se está centrando en la disputa entre el

Partido Conservador y el UKIP, que amenaza con llevarse parte de los

votantes de los tories.

Uno de los sondeos realizados la última semana llega a otorgar a

esta última formación el 21 por ciento de los votos, por delante del

siempre tercer partido británico, el Liberal-Demócrata, y muy cerca

de los laboristas. En los comicios de 1999, el Partido Conservador

obtuvo 36 escaños en Estrasburgo, el Laborista 29, el

Liberal-Conservador 10 y el UKIP 3 (entonces con el 7 por ciento de

los votos). Otras formaciones menores reunieron los 9 escaños

restantes.

Es probable que el ascenso del UKIP, detectado por una encuesta

realizada a través de Internet, no llegue a ser tan pronunciado,

pero su programa reclamando la salida del Reino Unido de la Unión

Europea ha puesto en un aprieto a los conservadores y los ha

dividido. El partido «tory» mantiene oficialmente una línea

euroescéptica, de aceptación de la UE pero con el mínimo compromiso

posible, sin embargo buena parte de su electorado es claramente

antieuropeo.

El centro político

El dirigente conservador, Michael Howard, ha intentado hacer frente

a esa competencia presentando a su partido como el justo medio entre

laboristas y liberal-demócratas, «absolutamente entregados a

Bruselas», según asegura, y los extremistas del UKIP, que no

atienden a los beneficios que pueden obtener de Europa. Sin embargo

esa satanización del UKIP ha provocado la rebelión de algunos

dirigentes y varios lores, luego expulsados del grupo parlamentario,

han reclamado el voto para ese otro partido.

Howard encuentra dificultad por marcar el mensaje después de que

Blair le quitara el arma de la reclamación de un referéndum sobre la

Constitución europea, que los conservadores iban a utilizar como

banderín de enganche de un amplio electorado.

Referendum europeo

Blair neutralizó esta operación con el anuncio de la celebración de

un referéndum para el que no hay fecha, pero que quedaría para

después de las elecciones generales de primavera de 2005.

Tampoco en la campaña para la alcaldía de Londres los conservadores

logran el protagonismo, a pesar del malestar de gran parte de los

londinenses por el impuesto de circulación para entrar en el centro

de la ciudad, que podría ser ampliado a nuevos barrios, y de los

problemas del transporte público. La fuerte personalidad de Ken

Livingstone, que ha vuelto a demostrar su independencia reclamando

la cabeza de Bush, ocupa los espacios electorales de los medios de

comunicación.