« Danger pour Raffarin »

INTERNACIONAL

EDICIÓN IMPRESA - Europa

Francia mostrará su disconformidad con el Gobierno de Raffarin en

las urnas

Los comicios europeos tienen una dimensión nacional para el Gobierno

de Chirac. Por eso los principales partidos han fijado objetivos

locales en su campaña

JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONSAL/

PARÍS. A diez días de las elecciones al Parlamento Europeo, el 70

por ciento de los electores franceses afirma que desea aprovechar

esta oportunidad para manifestar su descontento con el Gobierno de

Jacques Chirac. Según los primeros sondeos, un 52 por ciento de los

electores votará a los partidos de derechas y un 48 por ciento a los

de izquierda. Sin embargo, las divisiones del centro, la derecha y

la extrema derecha facilitarán la victoria de la izquierda

socialista.

Tras el voto de censura de las elecciones regionales celebradas el

pasado mes de marzo, cuando el Partido Socialista conquistó a 21 de

las 22 regiones metropolitanas, la izquierda y la derecha temen la

abstención de un electorado aparentemente hastiado por las

bizantinas maniobras de los distintos microcosmos parisinos.

La extrema izquierda trostkista está dividida en tres grupos

fratricidas, que juntos apenas alcanzan el seis por ciento. Cifra

irrisoria, que parece reflejar un callejón sin una salida evidente.

El PCF cuenta con unas intenciones de voto del 5 por ciento. Hundido

en su decadencia histórica, el comunismo galo ni siquiera tiene

representación nacional, y vegeta en la periferia de algunas grandes

urbes, donde no ha sido desplazado por la extrema derecha.

El PS es el gran beneficiario del letargo agonal de la izquierda

comunista y troskista. Con un 29 por ciento de intenciones de voto,

los socialistas francesas pudieran consolidarse como el primer

partido de Francia, matriz de una posible alternancia dentro de tres

años (2007).

Con un 8 por ciento de intenciones de voto, los Verdes se confirman

como segundo partido de la izquierda francesa, si consiguen enterrar

sus divisiones y enfrentamientos entre rupturistas y

liberal-libertarios, partidarios de una «cultura de Gobierno»

similar a la de los ecologistas alemanes.

Alianzas en el centro-derecha

En el centro-derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP,

conservador) y la Unión por la Democracia Francesa (UDF, centrista)

podrían aspirar a un 29 por ciento de los votos si alían sus

fuerzas. Por separado, se cotizan entre el 18 y el 11 por ciento. La

división arruina al centro-derecha francés, cuya desunión volverá a

facilitar la victoria socialista.

Los ultranacionalistas Charles Pasqua y Philippe de Villiers se

disputan el 2 y el 4,5 por ciento del electorado nacional. Se trata

de dos listas muy conservadoras, antieuropeas, coqueteando con las

fronteras de la extrema derecha, dividida a su vez entre los

partidarios de Bruno Mégret y los fieles de Jean-Marie Le Pen.

La lista Frente Nacional de Le Pen cuenta ella sola con el 12 por

ciento de las intenciones de voto y vuelve a confirmar una evidencia

palmaria, sistemáticamente olvidada: el 30 por ciento de los obreros

franceses votan extrema- derecha, y ese voto refleja una «marea

negra» de mucho calado, que las elites parisinas llevan muchos años

sin tratar en profundidad.

Además de esas grandes familias políticas hay medio centenar largo

de listas locales y regionales que solo tendrá una presencia

testimonial, pero pueden perturbar los resultados.

La UMP (partido gubernamental) y el PS (líder en la oposición)

reconocen la dimensión nacional del escrutinio europeo. Ambas partes

han hecho una campaña europea con objetivos puramente locales: la

derecha moderada ha intentado justificar su política en nombre de

Europa; el PS plantea toda su campaña como una alternativa y voto de

castigo. Ambos bandos tienen objetivos muy modestos: los socialistas

se consideran satisfechos con ganar el 25 por ciento de los votos;

la derecha moderada aspira al 20. Veremos.